Es algo laboriosa, pero merece la pena. Una vez que se conoce la técnica, se pueden variar los ingredientes. Estaría dentro de los denominados «semifríos». Aunque lleva gelatina, al llevar poca cantidad y contener la materia grasa de la nata y las yemas, se puede congelar. Lo ideal es tomarla semi-helada.
- 1 plancha de bizcocho de chocolate de 15 mm de espeso
- Para la crema de nata y frambuesa:
- 200 gr. de frambuesas
- 120 gr. de azúcar
- 4 hojas de gelatina neutra ablandadas en agua fría
- 350 gr. de nata
- Para la crema de nata clara:
- 50 gr. de azúcar
- 4 yemas
- 60 ml. de leche
- 5 hojas de gelatina ablandadas en agua fría
- 400 ml. de nata
- Para el glaseado:
- 150 gr. de chocolate 50% cacao
- 50 ml. de agua
- 50 gr. de mantequilla
Procedimiento:
Se necesitan: 1 molde desmontable de 24 cm. y otro molde desmontable de 20 cm.
Cortar el bizcocho con un diámetro 1 cm. menos que el molde de 24 cm. Introducirlo dentro del molde. Preparar la crema de frambuesa. Poner las frambuesas en un cazo y cocer hasta que se deshagan. Triturarlas un poco con la batidora y disolver en ella las hojas de gelatina previamente escurridas bien con la mano. Montar la nata y mezclar delicadamente hasta que quede todo bien incorporado. Ponerla en el molde de 2o cm. y meter en el congelador. Esto es mejor hacerlo el día anterior. Una vez congelada, sacarla y ponerla en el centro del molde con el bizcocho.
Preparar la otra crema: Batir las yemas bien con el azúcar hasta que estén muy espumosas. Poner la leche a calentar e incorporar la mezcla revolviendo, pero sin que llegue a hervir del todo. Incorporar las hojas de gelatina, previamente escurridas y disolver. Mezclar con la nata montada de la misma manera que en la crema anterior. Cubrir el molde de 24 cm. (que ya estaría con el bizcocho y la crema rosa encima) con toda la crema clara. Meter en la nevera hasta que esté solidificado.
Preparar la cobertura: poner en un recipiente de cristal, el chocolate en trozos, junto con el agua y la mantequilla, hasta que se empiece a deshacer. Sacarlo y revolverlo bien para que quede una mezcla bien lisa. Esperar unos minutos y cubrir toda la superficie de la tarta (todavía sin desmoldar). Dejar enfriar de nuevo.
Desmoldar la tarta. Como mejor está es semi-helada. Aunque la gelatina no se debe de congelar, en este caso no importa, ni pierde su poder gelificante al ir mezclada con ingredientes que contienen materia grasa, como la nata.